Viene la brisa clara en esta noche oscura que estaba tan callada.
Y trae el llanto desmedido de un cielo que ardía pero que en este verano no quería sudar.
Se precipita sin previo aviso el suicidio colectivo de cada gota que grita tu nombre.
Y el andar desmedido de este oxidado motor cierra sus ojos al saberte tan permanentemente distante.
Ante la ira de este cielo sureño me entregó al suspiro desde mi ventana.
Llueve en Buenos Aires.
Llueve aquí en mi alma.
Los tejados son cómplices de tu recuerdo y me gritan en silencio que tu voz es como el canto de las gotas cayendo sobre ellos.
Te extraño.
Se que duermes la fiebre de tu piel que arde por quebranto.
Yo dormiré el ardor implacable de esta tormenta de verano sureño que no acaba de conquistarme.
Te espero en recoleta.
martes, 2 de marzo de 2010
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