jueves, 5 de febrero de 2009

Un Gentil Caballero


Es la noche solitaria
de otro de mis días...

Es la tierra despistada
que se pierde soñando
y se esconde en mis manías.
En mis risas,
en mis llantos...
En los epílogos románticos
de mis fantasías.

Esa tierra que me arrebata los sueños
mientras camino pensando,
que me regala un camino
para llevar mis recuerdos,
que me regala una estrella
para mirarla llorando.
Entonces veo esos zapatos...
y bajo ellos el mismo suelo,
el mismo suelo que nos une,
una misma tierra que nos muestra
las mismas flores y nubes.

Y dentro de aquellas jaujas
de follajes densos y mansos,
se ve un hombre sentado
llorando y recordando...

¿Dónde esta aquel chiquillo que caminaba?
¿Dónde esta aquel chiquillo que sonreía?
aquel que suspiraba con dulzura,
y lleno de ilusión de pronto corría.
Se escondió entre las paredes de alguien...
dentro del alma empedrada de un corazón obstinado;
dentro de un cuerpo frágil,
lleno de cicatrices,
lleno de historias tristes.
Lleno de desilusión
por no comprender lo que el destino rige.

Y hoy...
En esta noche fría...
Cuando la luna se oculta entre las nubes.
Cuando Selene se marcha
y deja solos los cielos,
puedo ver a aquel chiquillo
que danza desnudo con desespero,
que apoya sus pies seguros sobre el suelo,
sus grandes pies de hombre,
que llenos de callos le sonríen al miedo.

Es un hombre de los cielos;
que de allí fue desterrado,
que fue enviado a los avernos
para castigar sus deseos...
Era un alma demasiado buena
para habitar en los avernos.
Era un ser quizás muy malo
para vivir en los cielos.

Y aquí esta...
Caminando entre nosotros como todo un caballero,
quizás como un mendigo,
como un triste bohemio,
que nos mira silenciosos
esperando le miremos.

Es la noche solitaria,
de otro de mis días,
cuando siento que me marcho
y entre mil claveles duermo.

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